¿Sabéis qué? Yo todavía no había sentido rabia por el cáncer. Tengo la suerte de estar llevando tan bien el tratamiento que lo vivo con muchísimo optimismo y buen humor, sin enfadarme ni un poquito por lo que me ha tocado vivir. Pero esta semana desafortunadamente las cosas han cambiado, viniendo cargada de sustos y malas noticias para otras personas y sus familias a las que aprecio, en las que se ha manifestado la cara más amarga de esta maldita enfermedad.
Porque por mucho optimismo que le pongamos al asunto los que lo sufrimos – necesario sin duda alguna para afrontar el día a día -, el cáncer también trae consigo efectos secundarios que pueden hacer que tengas que volar en helicóptero semiinconsciente hasta el hospital grande más cercano, se puede propagar por más órganos de tu cuerpo hasta el punto en que ya no haya nada más que hacer que intentar disfrutar al máximo de los meses que dicen que te quedan sobre la tierra, y a veces, muchas veces, demasiadas, el cáncer mata. Mata después de seis años de ardua lucha, de infinitas horas de quimio, de una pérdida de peso descomunal y de poner todo el empeño del mundo para poder seguir adelante, al lado de los tuyos, de tu nieto al que por el cansancio de tanta batalla cada día te cuesta más seguir y al que ya no podrás ver crecer. Porque es verdad lo que decía hoy el viudo en el tanatorio dándonos una lección de generosidad a todos los que lo escuchábamos, joder. Él no ha perdido nada, decía, él se repondrá tarde o temprano y continuará el camino. Ella es quien ya no podrá vivir todo lo que aún le quedaba por delante. Y eso es una mierda tremendamente gorda e injusta. ¿Cómo no sentir rabia?
La última vez que la vi, a mediados de verano, cuando mi pelo aún no se había caído y tenía la esperanza de ser un milagro como ella que lo ha conservado hasta el último día, hablamos mucho y aprendí mucho de ella y de su forma de afrontar todo esto. Es lo que me llevo para siempre. Me niego a llevarme el miedo que a veces se puede sentir frente a tantas posibilidades feas, a tantos giros de guión inesperados. El miedo paraliza y hay que seguir echándole ovarios al asunto, pero hoy nadie me podrá quitar la rabia que siento. Que todo esto es muy injusto, hostia.
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A les tres amigues que estan vivint moments tan i tan difícils.
Als seus pares, dos lluitadors valents i incansables.
I especialment a tu, que has marxat per sempre i que has estat un exemple de lluita i valor. D.E.P., Àngels.