
¿Sabéis? Hasta esta semana no he sido del todo consciente de lo mucho que pueden afectarnos y machacarnos la quimio y las cirugías. Hace apenas poco más de un mes, me costaba hasta levantarme del sofá para ir a por un vaso de agua, pudiendo incluso parecer que me estaba tirando el rollo que, vale, sí, a veces puedo ser un poco jeta. De hecho, yo misma decía que me había abandonado un poco y atribuía mi inactividad a cierta dejadez por mi parte. Ahora miro atrás y me doy cuenta de que de rollo y dejadez nada: estaba realmente agotada físicamente, es algo que puedo valorar muy bien ahora que, con perspectiva, puedo comparar. Y es que es muy fuerte que hace nada no me pudiera casi ni mover del sofá y que hace dos días me pegara una caminata de casi tres horas por la montaña que me dio la vida y me devolvió la confianza en mí misma. Os juro que cuando acabamos la ruta, se me saltaron las lágrimas. Porque mi sueño siempre ha sido descubrir mundo y ahora que sé que vuelvo a tener energía para hacerlo, creedme que no la voy a desperdiciar.
Aprovecho para recordar la importancia de la investigación para conseguir tratamientos menos agresivos. Lo que nos machaca no suele ser el cáncer en sí, sino los tratamientos para curarnos.
A las compis que estáis en fases anteriores a la mía, solo deciros que entiendo que estéis cansadas física y mentalmente y que tengáis paciencia, que todo pasa 💜
Feliç Sant Jordi, compañeras, aquí os he regalado un fascículo más de mi historia con el puto cáncer.