
Hace unos meses tenía dos tetas. Ahora solo tengo una. Mentiría si dijera que no me llevé un disgusto el día que supe que me la tenían que amputar, pero es que yo ya no tenía una teta, tenía una bomba de relojería pegada en el pecho.
Le hice una despedida, fiesta y carta de agradecimientos y perdones incluída, e inmortalicé el torso que ha sido mío durante 36 años en un recuerdo de yeso que ahora acumula polvo en un estante de la habitación de la música. Mi teta izquierda estaba cargada de cáncer y me alegro muchísimo de no tenerla ya.
No tengo intención de reconstruirla, es una opción tan válida como cualquier otra, por mucho que la sociedad se empeñe en tratar de infundirme inseguridades que no tengo y en forzarme a que me oculte. “Piensa que es muy duro verse plana”, me dijo mi oncóloga. “Ya me lo dirás de aquí a tres años”, el cirujano. “Igual cuando te veas con la ropa de verano…”, o “bueno, luego te reconstruyes y lista, ¿no?”, son algunas de las perlas que me han soltado y que por momentos me han hecho creer que había a quien le preocupaba más la existencia de mi teta que la mía propia. Tampoco he sido capaz de encontrar un sujetador sencillo para una sola teta en ninguna tienda. Todos, absolutamente todos (excepto unos de lencería fina para los que necesitaría empeñar un riñón) los que venden para mujeres mastectomizadas, son para meter una prótesis y yo, francamente, pocas veces he sentido que perdía tanto mi autoestima como el día que hice el intento de remeter una en mi sujetador postoperatorio. Ese día me di cuenta de que yo no solo no quería volver a entrar en un quirófano salvo que fuera imprescindible; tampoco quería esconderme de ninguna manera y, a partir de ese instante, decidí que iba a quererme más de lo que había hecho en mi vida, tal cual soy, perfectamente imperfecta y feliz en mi cuerpo no normativo y uniteto, y que así iba a mostrárselo al mundo. Porque quererse es un acto de rebeldía y este mundo necesita que le demos la vuelta con toda la fuerza de nuestro amor propio. En mi no-teta hay ahora una preciosa cicatriz que me cose a la vida. ¿Acaso hay algo más bonito que eso?
(Texto redactado por mí para el proyecto de ArteMapache en el que se visibilizan cuerpos disidentes o no normativos).
Un gustazo participar y poder visibilizar que la no reconstrucción también es una opción. ¡Gracias por invitarme a participar y por esta ilustración tan bonita, Gisela! Podéis seguirla a través de su precioso Instagram.
Cada vez que te leo me gustas más como persona con la gran capacidad de expresar como siente y lo que opina…con claridad!!! Olé tú y tu costura.besazos
Hola. Va a hacer dos años de mi mastectomía de la teta derecha, y te acabo de descubrir buscando por la red. Te leo y me siento identificada. Gracias por compartir tus pensamientos, y muchas gracias por tu iniciativa de los sujetadores uniteta, lo necesito mucho! Te mando un abrazo de los de verdad!!