No me gusta el rosa, nunca me ha gustado. De pequeña siempre fui la de azul, el color “de niña” se lo habían asignado antes a mi hermana. No sé por qué, mis padres son bastante modernos y han sido siempre muy avanzados a sus tiempos en su forma de pensar, pero así fue. El caso es que me alegra que no me estereotiparan, tal vez por eso nunca fui la clásica niña princesita a la que hay que proteger entre algodones y que no dice lo que piensa porque “las niñas calladitas están más guapas”, algo que me gusta de mí. Y ahora, a mis 36 años, me diagnostican un cáncer de mama y resulta que me tengo que sentir representada por este color. “El mes rosa”. “Octubre rosa”. “Únete al rosa”. El dichoso lazo rosa que lleva toda la semana inundando todos los espacios en los que se habla sobre la enfermedad debido a la conmemoración de su día internacional el pasado 19 de octubre. Tócate los pies. O las tetas mejor, ya que estamos.

El lazo y el mensaje de Charlotte Haley
Pues no, señores y señoras. Gracias por su solidaridad, pero yo no me siento un lazo rosa. Y cada día que conozco más sobre la enfermedad menos adecuado me parece. Vale que es un símbolo que ayuda a dar visibilidad y gracias al que se consigue concienciar a la sociedad en general, pero también es el símbolo de un chiringuito bastante lucrativo para muchas marcas que aprovechan la ocasión para aumentar ventas y mejorar reputación a cambio de una ayuda, en ocasiones bastante escasa y dudosa, basada en acuerdos entre compañías y pensando poco en nosotras, las pacientes. Esto no es nuevo. De hecho, el primer lazo por el cáncer de mama lo creó Charlotte Haley, una superviviente estadounidense que creó una campaña en la que se repartían lazos de color melocotón (simbolizando la piel) a mujeres influyentes para exigir que el gobierno destinara más dinero a la prevención de la enfermedad. Corría el año 1991 y el éxito de su campaña fue tal que Alexandra Penney, editora de Self Magazine, una revista dedicada a la salud y bienestar de la mujer, contactó a Haley para emprender un proyecto juntas. Haley lo rechazó por considerarlo comercial y fue entonces cuando Evelyn Lauder, esposa del empresario de la archifamosa marca de cosméticos Estée Lauder y también superviviente de un cáncer de mama entró en acción. Junto a la revista se agenciaron la idea de Haley para crear su propia campaña, quienes por razones legales tuvieron que cambiar el color melocotón del lazo, escogiendo el rosa, que les debió parecer muy cuqui y muy femenino y muy marketiniano. Por cierto, en la web de La Campaña Contra el Cáncer de Mama de The Estée Lauder Companies le cuelgan la medalla de la creación del lazo a Lauder, obviando a Haley. Pim pam.
Yo antes del diagnóstico ni me lo planteaba, ya me parecía bien que se le diera visibilidad con este símbolo y color, pero ahora lo veo claro. El rosa envuelve a la enfermedad de un optimismo y de unos mensajes a menudo triunfalistas que no reflejan la realidad de las pacientes que hemos de convivir con el cáncer de mama, ya sea por una temporada o por toda nuestra vida. Algunos datos lo demuestran:
EL CÁNCER DE MAMA NO ES DE COLOR ROSA
- Que una de cada ocho mujeres esté condenada a pasar un cáncer de mama a lo largo de su vida, no es de color rosa.
- Que se diagnostiquen 26.000 nuevos casos al año en España, no es de color rosa.
- Que represente el 28,5% de los tumores femeninos, no es de color rosa.
- Que cause más de 400.000 muertes en el mundo cada año, no es de color rosa.
- Que la incidencia de la enfermedad vaya en aumento y que se esperen un 25% más de diagnósticos al año de cara al 2025, no es de color rosa.
- Que no haya solución todavía para los casos de cáncer de mama en estadio IV (el metastásico) y para las compañeras que lo sufren, no es de color rosa.
- Que el 2% de los afectados sean hombres, no es de color rosa.
- Que el campo de investigación de las metástasis no reciba financiación pública específica, no es de color rosa.
- Que un hospital tenga el control de tu agenda, no es de color rosa.
- Levantarse cada mañana pensando en si quieres que te corten las dos tetas, solo una o un trozo, no es de color rosa.
- Vivir con miedo a una recaída, no es de color rosa.
Podemos ser muy optimistas y llevar la enfermedad con sentido del humor y buen rollo, podemos llevar bien los tratamientos, podemos incluso tener una vida casi casi normal, pero aún así, sigue sin ser de color rosa. El cáncer de mama es más bien de color marrón. Marrón mojón, para ser exactos. Muchas enfermas coincidimos en ello, así que por favor, que se acabe ya esta farsa. Que se hable del tema, que se visibilice, pero que se visibilice tal cual es, con su lado oscuro, con sus trabas, con sus días feos. Acordémonos todo el año porque necesitamos el apoyo de todos para encontrar respuestas y cura, para que se investigue y podamos vivir más y mejor. Necesitamos que se entienda la enfermedad desde toda su complejidad, así que dejad que cada una de nosotras la pintemos del color que mejor nos vaya, hostias. Y ya de paso dejad de llamarnos súperheroinas, joder, que no lo somos, simplemente no nos queda otra que afrontarlo, como os pasaría a vosotros si os tocara. Ni más ni menos.
Como me ha dicho una compi del Club de la Tetapocha, “vomito lazos rosas esta semana”, os lo juro… Basta.
Chapó o como se escriba.
Magnífica forma de describirlo sin pelos (no es humor negro..aunque yo soy muy de eso) El cancer no es rosa, ni azul, ni ningún color bonito. No es una campaña, no es reclamo publicitario. Es una putada como una catedral. Te desarma la vida, te amenaza de muerte…Eso tiene algo de rosa chicle?
Y como bien dices, qué leches heroínas ?somos personas que tienen que vivir con una enfermedad a cuestas…nos queda otra? El humor en mi caso es mi mecanismo de defensa, mi arma de supervivencia
¡Y que no se nos acabe el humor! Gracias por compartir tu comentario, bonita :*
Ya sabes que… Opino igual. Y lo podemos llevar como la flamenca del wasap… Pero no deja de ser un marrón muy gordo. Besis.
Efectivamente, Vane. Es una mierda grande que procuramos llevar de la mejor forma posible, pero una mierda al fin y al cabo. Un besote!